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shakuhashi

Quince años tiene mi hijo más pequeño

Quince años tiene mi hijo más pequeño

Un buen día me fui de mi casa.

Andaría yo por los diez y nueve años, a lo mejor diez y ocho, y me alquilé un ático en Triana, República Independiente, y me fui completamente inconsciente de cómo le desgajaba el corazón a mis padres.

Ahora ya sí que lo sé.

Hace muchos años que se fue la mayor. Y lo primero que le pregunto siempre que llama es si es feliz, si está bien, si está contenta. Es lo único, lo único, que de verdad me importa. Es para lo que vivo.

Después se largó para Hannover el segundo, solo unos meses, pero suficientes para echarlo de menos con virulencia.

Y ahora se me marcha a Barcelona la tercera.

Ellos no tienen ni idea. Creen que saben, pero en realidad no saben.

Tienen la obligación de usar las alas, que para eso se las hemos regalado, y además no deben nunca sospechar cómo nos dejan de rotas las entrañas. Porque ese desgarro no es en absoluto triste, al revés, es una alegría inmensa. Pero duele.

El más pequeño hoy, rigurosamente hoy, cumple quince años. Lo cual parece una entelequia porque nació el otro día. El otro día lo trajimos con forma de mortadela envuelto en una toquilla blanca y se lo enseñamos a cinco hermanos impacientes que no se podían creer, en el jardín lleno de primavera,  con la luna grande y blanca, con el sol amarillo, el cielo azul y las nubes blancas y nítidas. Y toda, toda la vida por delante. Toda la vida para disfrutar de ese grupo de seis insensatos que me cabían dentro del casco de la moto.

Ahora, en el claro de la luna, la misma de entonces, sigo teniendo toda la vida arrancando desde mi puerta, a mis pies.

En aquel ático de Triana, hace muchas muchas lunas y muchos muchos soles, vivía una vieja, la Carmela, que tenía dos hijos, el Joaqui y Mi Chico, que parece que solo le daban sofocones. Prácticamente todos los días, cuando subía a tender a la azotea que yo había colonizado me decía lo mismo: no tengas hijos nunca, Antonio, no dan más que calamidades y disgustos, no sea tonto y no vaya a tene hijo.

Que pobre mujer... Mi pena es que solo tengo seis. Duelen, pero mucho más te alegran los días, las horas, los minutos.

Vale la pena vivir, aunque mi chico tenga justo hoy, de pronto, sin avisar, quince años.

Y los seis nacieron el otro día.

8 comentarios

Casta Niebla -

Una vez mi mamá me contó que leyó esto "Tus hijos no son tus hijos, son los hijos de la vida"...
Es como si nosotros los hijs hubiéramos sido dados en préstamos a nuestros padres.
Yo sólo soy hija y sólo soy nieta.
Ayer fui al centro como mi mamá, como hacía meses que no podíamos ir. Fuimos juntas, pasamos por un bar que nos gusta y nos tomamos algo, como nos gusta.
Que lindo es estar sola con ella, conversar, mirar por la ventana.
El domingo vino mi abuela... para que le pinte las uñas. Le hicimos entre mamá y yo... toda una graaaaaaaan sesión de belleza.
Mi abuela, Diosa del Olimpo... tiene 79 años. Y es un cristal. Siempre estuvimos cerca.
Pero cuando pasan varios días que no me ve, es como si le fuera una eternidad.
Y cuando estoy todo el día fuera de casa trabajando... deseo llegar a casa, para ver a mamá.
Toi... debe ser feo ver partir a los chicos. Pero... supongo el orgullo de que que ya puedan volar con sus propias alas, es una linda rompensa no?

toi -

reconozco que me dejé llevar... demasiada falta de pudor.
Pero no consigo corregirme, ni pongo mucho empeño.
Este desnudarse me parece que de cuando en vez me viene bien.

Gracias por vuestras palabras.

Irene -

PS.- ... justo sin palabras de tantas que me vienen al corazón.

Irene -

De nuevo, Toi, me has dejado sin palabras...

infiltrado -

mañana hará 15 años que murió mi padre. No ha pasado un sólo día que no pensara en él. Desde niño creia que mi padre era un ser poderoso... casi inmortal... Pero no era asi y una tarde se apagó su vida lenta, dulcemente.

Desde entonces procuro volcarme en mi madre, una mujer "difícil". Pero si le hablas suavemente, "abonico" se derrite como el azucar.

La pobre mujer sufre la desaparición de su familia con total resignació. Con sus 81 años y unos hijos que ya han dejado de ser hermanos,

Una auténtica tragedia

un saludo a todos

uca mateos -

Ufff, que pedazo de entrada. Y como tengo las hormonas revolucionas me ha emocionado muchísimo.

Yo me fuí de casa de mis padres hace 10 años, después volví unos meses antes de casarme y todavía echo de menos los ratitos con mi madre por la noche cuando todos se acostaban, y las tonterias que hace mi padre para hacerme reir...

¿Qué pasará cuando sea madre?De momento, en este instante, estoy empezando a entender a mi madre y los "histerimos" que vienen con el cargo, estoy aprendiendo a entenderla en toda su complejidad, supongo que luego vendrá mi padre.

Estos dos maravillosos seres que lo han dado todo, que lo dan todo, que ahora están deseando dar de otra manera, que esperan la nueva vida que vendrá de la vida que ellos dieron.

Cuanto deben doler los hijos, y nosotros, egoistas, que poco entendemos.

Diego -

Hace treinta y siete años que me fui de casa de mis padres y de las olas.
De vez en vez, pego un volantazo y, sin avisar, voy a verles.
Algún día ya no estarán.
Y me quedaré de pié.
Mirando las olas.

silvioh -

. “No quiero ir tanto a casa de mis padres, que no, que luego se acostumbran y es peor”.

Ayer, alguien me decía esto hablando de sus padres. Ahora los hijos, enseñan y educan a los padres a que caminen solos, cada vez más solos.

Ahora que los hijos se creen que son más listos que los padres (y lo son!), aprendemos de ellos, nos cuentan sus historias y disfrutamos.

Llevo unos días alegre, pensando que voy a ver a mi hija pronto, la voy a recoger en Málaga, el miércoles, después de tirarse tres meses en Berlín, viene para volverse a ir.

Mientras… mi madre, espera incansable a que alguno de sus cinco hijos pase por su casa a verla