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shakuhashi

porqué Shakuhachi

Cuando yo era un niño, hace siglos, rulaba por casa una publicación muy curiosa y muy yanki (¿yanqui?¿llanki?) que se llamaba Selecciones del Reader's Digest, vulgo Selecciones.

Digo que era muy yanki porque era lo que su nombre dice, selecciones de artículos muy diversos,  pero escogidos y resumidos, de una manera muy superficial. Leer Selecciones no era leer en realidad, en el sentido verdadero de la palabra leer, que al menos para mi significa mirar una serie de letras unidas y dibujadas en un papel, comunmente blanco, dotadas de sentido, de alma, de profundidad, tras mirarlas mediante unos complejos procesos mentales trascribir esos signos llamados letras que conforman palabras, comprenderlos, introducirlos en el área de los conceptos abstractos del cerebro a través de los ojos, y muy principalmente, no creerse nada, cuestionarlo todo, ponderarlo, rumiarlo, criticarlo, y al final, si merece la pena, alojarlo en el background de los recuerdos, de las ideas, de la cultura, de la ortografía, del vocabulario.... qué se yo, hacerlo tuyo. Y es que con selecciones solo se solía cumplir la primera parte, la de juntar las letras para formar palabras y luego hacer como algunos jueces con algunos delincuentes, que es dejarlos salir conforme entran. Por eso digo que es muy americano, por la insulsez, por la livianidad, por lo blandito de su poso cultural. Habría mas que disertar del tema, pero lo que quería comentar al empezar esta entrada era los motivos de porqué esta bitácora se denomina SHAKUHASHI.

Pues bien, siendo niño leí en Selecciones del Reader's Digest un artículo sobre una misteriosa flauta japonesa que no era conocida en occidente, llamada así, shakuhashi, y que el autor del mini artículo describía como una enorme caña de bambú (mide sobre medio metro) cuyo sonido era bellísimo, como si se escuchara el viento por entre las plantaciones solitarias de cañas de bambú... mis recuerdos no son muy fiables, hablamos de casi cuarenta años, pero sí que se me quedó grabado. Y se me despertó, ya entonces, el deseo de escuchar, de conocer esa exótica flauta.

Y no fue hasta muchísimos años después, cuando vi en el cine la película El Sacrificio, de Tarkovski, que volví a leer el nombre de esa caña.

El protagonista amaba la música japonesa y a mi me intrigó el sonido precioso que sonaba cuando ponía para trabajar un disco japonés en un antiguo plato giradisco... y al principio lo escucha continuamente, hasta que al final sacrifica lo que sacrifica (de ahí el nombre de la peli) y su amada música entra en el lote. Me quedé a leer los créditos y apunté qué era lo que sonaba, y andando el tiempo conseguí el disco (ahora se les llama vinilos) de melodías de shakuhashi.

 

Ahora tengo varios cedes de ese instrumento, y he conseguido con emule muchas cosas sueltas bellísimas.

A propósito de lo que me he bajado diré que andando los años se puso de moda, sobre todo en USA y ya lo tocan muchos occidentales.

Nada que ver...  justamente han occidentalizado el sonido, y se lo han cargado.

Personalmente me gustan las piezas tocadas por japoneses, y si acaso por un tibetano muy concreto, que se llama Nawang Khechog.

 

Otro día hablaré de la historia del shakuhashi, y de sus escuelas, y de sus características técnicas.

 

Hoy solo quería explicar por qué es tan importante para mi:

Porque suena a silencio.

 

 

Un ejemplo cortito de una pieza clásica. No se como poner canciones en este blog, y se me ocurre ponerlo en un pequeño video en YouTube con fondo musical, con algunas fotos que mas o menos pueden pegarle a la melodía.




7 comentarios

Gaston -

Hola hola!! genial que me encontre este blogg tuyo,me incantaria saber sobre mas musica de este estilo,de flauta dulce,japonesa,si tienes material o sabes donde puedo descargarme,te dejo mi mail,si fueses tan amable de decirme donde conseguir(gaston_real@hotmail.com)
Bueno,desde ya muchas gracias!!!y genial tu blogg!!

irene -

Gracias a ti Toi. Es un placer leerte aquí en tu casa.

toi -

soy el primer culpable de analizar mucho las formas.
Disfruto intentando descubrir la causa de que determinadas canciones me inflen el pecho, y algunas incluso lohagan explotar.

En el caso de la música oriental algo había oido de esas disonancias o diferencias tonales a las que estamos acostumbrados. Por supuesto no conozco esos eruditos datos que Casta Y Teresa nos desvelan, que me fascinan. Lo que sí que se es que esos como desafinos me suelen gustar en por ejemplo las notas de la Bossa Nova, o en el Jazz, o en el sonido del Tin Whistle irlandés, o, claro, en el Shakuhashi, pero no me entra nada de nada en la música árabe... aunque también puede ser que la conozco poco. Puede ser.

toi -

hola Irene.
Te conozco de la hoguera luminosa del Beades, donde me gustaba leerte.
Gracias por tu visita, estás en tu casa.

TSA -

Tengo entendido que la música japonesa,como la china,están basadas en escalas pentatónicas,es decir de cinco tonos.La occidental que estamos acostumbrados a escuchar utiliza una escala diatónica(generalmente formada por siete notas)
aunque tengo entendido(y eso lo sabrán los músicos o expertos),
que tipos de música como el jazz o el rock, también utilizan escalas pentatónicas.
La música oriental suele carecer de lo que en occidente denominamos acordes
o armonía,por eso la notamos diferente.
Pero siempre tiene la palabra (sobre esta modesta opinión y solo aficionada),la de algún profesional.
Toi,que maravilla,que despiertes opiniones y curiosidades sobre cosas tan
sutiles y desconocidas.

Casta Niebla -

Bueno, la música japonesa tiene lo suyo. Tiene algo de desafinada, pero una desafinación más que dulce... pero es porque usan otro método de afinación de los instrumentos. Al igual que los intrumentos del medio oriente, ellos siguen usando la sutil diferencia que existe entre los bemoles y los sostenidos y al estar afinados de esa forma suenan de manera ligeramente diferente a los occidentales.
Pero, como no estoy segura... pido a quien sepa de música que me corrija o amplie esto que acabo de decir.

irene -

Me gusta tu blogg (llevo algunos días visitándolo)y aunque repita lo que tú dices que repites te diré que cuánta belleza hay en tu mirada.