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Solo cuatro cosas

Solo cuatro cosas

Mi muy admirada y adorada Rocio Arana, Corazón de Ámbar para mi, Lírio para su padre, Adaldrida para el mundo, y muchos nombres más que no alcanzan a compendiarla, me lanzó un reto (que al parecer se le suele llamar meme....¿?) desde su blogg, enlazado el segundo aquí en Shakuhashi (el primero es el de mi niño él), a la derecha...

El desafío consistía en enunciar en cuatro puntos, solo en cuatro, sin pensarlo demasiado, lo que mas te desagrada de la vida. Como se puede percibir, la tarea es ardua.

Someto aquí lo que le contesté en su bitácora, por mor de que si os apetece, enumeréis vuestras cuatro fobias, sin demasiadas profundidades.

Después de mandarle estas que ahora voy a copiar (tal y como se lo remití a ella, sin alterarlo, ya sabéis, la pureza y todo eso....) se me han ocurrido unas doscientas mil más. Eso sin exagerar. Exagerando, varios cienes de millones (esta parida de la que suelo abusar sin sonrojarme se la escuchaba a Tip y Coll).

Hela:

 

toda vez que he sido amablemente informado, paso a intentar la muy difícil tarea de compendiar en cuatro puntos lo que me desagrada de la vida que habitamos, al tiempo que intento no parecer una miss mundo hablando de la paz de la tierra:

-no soporto oir un transistor en domingo radiando futbol.

-no soporto la idiocia y la estulticia, especialmente las mías.

-me desagradan profundamente las personas tacañas, monetaria y moralmente hablando.

-no puedo soportar, en general, a los de raza vikinga, desde Inglaterra hasta Islandia, pero me pasa solo con los varones. Con las hembras soy mas indulgente.

Eran cuatro puntos el reto, ¿no?
Ea. Listo.

19 comentarios

Bastet -

No, mi querido Toi, la realidad jamás imita al arte. En realidad, es imposible imitar el Arte, el Arte sólo puede sentirse, vivirse, agradecerse.

Eso que ha descrito Laco, el hombre de los mil nombres, es algo que yo sentí un día al salir de la galería Ufizzi en Florencia, mientras tocaba afuera un violinista callejero... Es una historia que hace poco le conté. Y él fué y le encontró un nombre a eso, en la Wikipedia, que tan poco me gusta: "El sindrome Stendal".

Será un síndrome y tendrá un nombre, pero es algo más que un nombre. Es más bien una manera de estar, de ser, de ir por la vida. Sin más.

A mi me pasó. Yo sufrí eso han llaman -pos vale- "El síndrome Stendal".

Sip. Me pasó. Y es cierto. Cómo cierto es el agua, y ciertas las estrellas, y cierto el Amor (cuando lo es), y cierta es la Aurora Boreal.

Quiero decir. Que la realidad jamás imita al arte. Jamás.

El arte es puro, como lo es el cielo, como lo son las estrellas, como lo es la Aurora Boreal.

Y mo tiene nombre.
Tan sólo puede sentirse.
Tan sólo puede vivirse.

Afortunado sea el que lo logra.

Toi -

Laco lo ha dicho perfectamente
porque lo cierto es que la realidad imita el arte
se me ha llenado el mirar de recuerdos lejanos y presentes
de auroras boreales
de trenes helados y de azules infinitos
gracias Driver
todavía nos va a dar lugar de repetirlo

Laco -

El síndrome de Stendhal.

El síndrome de Stendhal es una enfermedad psicosomática que causa un elevado ritmo cardiaco, vértigo, confusión e incluso alucinaciones cuando el individuo es expuesto a una sobredosis de belleza artística, pinturas y obras maestras del arte.

Tiene esta denominación por el famoso autor francés del siglo XIX Stendhal (pseudónimo de Henri-Marie Beyle), quien dio una primera descripción detallada del fenómeno que experimentó en su visita en 1817 a la Basílica de Santa Cruz en Florencia, Italia, y que publicó en su libro Nápoles y Florencia: Un viaje de Milán a Reggio.

Aunque ha habido muchos casos de gente que sufría vértigos y desvanecimientos mientras visitaba el arte en Florencia, especialmente en la Galeria degli Uffizi desde el principio del siglo XIX en adelante, no fue descrito como un síndrome hasta 1979, cuando la psiquiatra italiana Graziella Magherini observó y describió más de 100 casos similares entre turistas y visitantes en Florencia, la cuna del Renacimiento, y escribió acerca de él.

El síndrome de Stendhal, más allá de su incidencia clínica como enfermedad psicosomática, se ha convertido en un referente de la reacción romántica ante la acumulación de belleza y la exuberancia del goce artístico.

(Wikipedia)


Arreglando cuentas con la historia -




Estimado Toi:
Próxima está la fecha de tu cincuenta cumpleaños. Llevo treinta y dos años guardando el secreto del viaje que hicimos por Alaska, allá por el año 1.975, cuando tú tenías 18.
Me acuerdo de la promesa. Hasta que no cumplieras los cincuenta, no soltaríamos ni media.
¿El motivo? Creo recordar que nos saltamos algunos artículos del código civil y del reglamento de emigración de la época; también hicimos caso omiso de algunas recomendaciones que el sentido común y las buenas costumbres, aconsejaban respetar.
En aquella época remota, pensábamos que si se enteraban en España de nuestra aventura, acabaríamos en un reformatorio, nos obligarían a hacer el servicio militar en el Sahara español, o tal vez acabarían nuestros huesos descansando en el penal de Cádiz. De ahí el secreto.
Pero qué quieres que te diga, con dieciocho años el mundo era una esfera perfecta, donde el centro de gravedad estaba en un indeterminado punto entre Anchorage, capital del estado de Alaska, y el barrio de Triana en Sevilla.
Nuestros padres, amigos, profesores y vecinos, nunca se enteraron de la aventura. Es posible que incluso ahora, si leen la historia, alguno piense que se trata de una fabulación de adolescentes.
Pero lo que a mí me importa es que tú y yo sabemos que cada una de las palabras, todas las imágenes, y sobre todo los recuerdos, están todos tan vivos, como si hubiese pasado ayer.
Como si hubiese pasado ayer……..




ALASKA

Conocí a Toi el verano del lejano año de Nuestro Señor, mil novecientos setenta y cinco.
Por aquel entonces la sociedad española estaba convulsionada, muy convulsionada. Al general Franco le quedaban dos telediarios, la democracia era un sueño próximo y lejano a la vez, no existían móviles, ni Internet, en la radio se oían a los Bee Gees, el sonido de Filadelfia era un chorro de aire fresco, en las discotecas ponían lentas y los adolescentes nos agarrábamos a Marta, prima de Manolo, que todo el mundo quería bailar con Marta, en todas las capitales de provincia había una librería maldita donde si te conocían te vendían libros prohibidos, los toros y el fútbol eran las dos principales manifestaciones de la cultura popular, las ideas progresistas eran ideas para que se progresara, nadie quería hacer el servicio militar, y Marta, la prima de Manolo, se quitó un domingo la parte de arriba del biquini, y se bañó en Alicante en tetas, con un par.

Mis padres me habían mandado a pasar el verano en un campamento de los Scout en Cádiz. Aquello fue un descontrol, pues por aquel entonces los monitores gaditanos de los Scout que yo conocí, estaban más interesados en la partida de ajedrez político que se estaba jugando en España, que en los menesteres propios de un campamento de verano.

Toi era un adolescente con cabeza renacentista. Si te fijas en las fotos de la época, su prominente melón andaluz dibujaba las proporciones clásicas que ilustran los estudios anatómicos de los apuntes de Leonardo da Vinci.

Aquello me llamó la atención, y me apeteció conocerle. El primer día ya me metió una paliza sobre la teoría de la belleza. A día de hoy sigue con la misma murga. Creo que este muchacho tiene para rato con el tema. El día que venga alguien y se lo resuelva para siempre, flaco favor le va a hacer. Necesita tener ese tema sin resolver. Esa teoría es gasolina, su gasolina.

Toi y yo nos hicimos socios. Esto es un grado de amistad que traspasa el concepto de tiempo. Me explico. Un amigo está bien para las juergas, las confesiones, compartir el día a día, irse de cañas, ligarse a Marta (¡No logro quitármela de mi mente!, ¡lo que son los mitos!), y para muchas cosas más…

Pero un socio es otra cosa. Un socio/a es un ser humano en el que confías de por vida, por el que eres capaz de mentir en un juicio, sacar pasta del cajero y regalársela porque la necesita sin esperar que te la devuelva, un socio es aquella persona que cuando se meten con su hermana pequeña se te olvida sumar y te lías a hostias contra cinco, cuando tu socio y tú sólo sois dos.

Un socio es aquel con el que te escapas de un campamento de verano, te embarcas en un carguero canadiense, cruzas la mar océana y acabas en Alaska viendo la aurora boreal.

Luego pasas treinta y dos años sin verle. Y el día que lo vuelves a ver, sigues la misma conversación que quedó interrumpida, y la sigues en el mismo punto, y con el mismo alma. Un alma de dieciocho años.

La cosa fue así.

En el campamento había un bareto. Y en el bareto un póster de la Aurora Boreal. Allí se desarrollaban las tertulias después de la comida. Los monitores, que eran mayores que nosotros, hablaban de partidos de izquierdas y de derechas, de ideas, de progreso.
Un día Toi se quedó mirando el póster, muy fijamente.
“Es bonita. Me gustaría verla”
“Pues vamos”. Le contesté.

Cuando en España el torbellino político era un cocido a medio hervir, cuando los jóvenes navegaban por un río de izquierdas por la mañana, y coqueteaban con la democracia cristiana por la tarde; Toi y yo hicimos una elección que marcaría nuestras vidas.

Elegimos la búsqueda de la belleza.

Para evitar que nuestros padres se dieran cuenta, escribimos 10 cartas, con fecha de diez domingos consecutivos; Manolo el del bareto se encargaría de enviarlas puntualmente cada semana.

“Querida mamá: este campamento es estupendo……”
“Mi Señor padre: esta semana aprendimos a tirarnos por la tirolina…”
La segunda dificultad que hubo que salvar, fue la de atravesar el Atlántico.
Para solventar esta empresa nos fuimos en autobús a Cádiz, localizamos un carguero canadiense, nos enrolamos como ayudantes de cocina, y doce días más tarde desembarcamos en América.

Cruzar el Atlántico con dieciocho años fue como hacer el amor con Marta. Una experiencia para todos los sentidos. Los colores del horizonte eran limpios, la lluvia en el Atlántico norte era copiosa, el cabeceo de la nave era acompasado. Como Marta: limpia, copiosa y acompasada.

Cuando avistamos tierras canadienses y vimos por primera vez América, Toi se limpió las gafillas para ver el contorno del continente mejor, y me dijo una cosa que nunca olvidaré:

“Te debo una, chaval”.

Atravesamos Canadá en dirección Alaska recorriendo valles y llanuras en un tren de pasajeros que tenía dos pisos.
Acomodados en el piso superior recibimos una lección bíblica, concretamente nos empapamos del Génesis. La creación del mundo.
Allí estaba todo lo que Dios había creado: las tierras, las aguas, los bosques, la fauna, la vegetación.
…………………………………………
Tras catorce días de aventura llegamos a Alaska.
Es ésta una zona del mundo mundial grande, enorme. Su superficie triplica la de España, su cordillera alcanza las alturas máximas de América del Norte, vimos los montes Kenai y San Elías cortados por fiordos y grandes glaciares, cruzamos la meseta avenada por el río Yukon y sus afluentes, adentrándonos más tarde en la zona de tundra siberiana.
Aunque la población era en su mayoría de blancos inmigrados, pudimos hablar con grupos de amerindios, esquimales y aleutas.
En nuestro periplo recuerdo nítidas las imágenes heladas de la capital Anchorage, los contornos azules de Fairbans, y los enormes renos que vimos en Ketchikan.
…………………………………………..

Todas y cada una de aquellas imágenes, de aquellos colores, de los infinitos tonos del helado azul, me han acompañado el resto de mis días.
Y creo que a Toi también.
…………………………………………..
Pero lo mejor estaba por venir.
El día 10 de agosto de mil novecientos setenta y uno, a las cinco de la tarde, y tras veintiún días de aventura, la vimos.
La Aurora.
Este fenómeno lumínico es capaz de marcar un surco imborrable en el cerebro de un adolescente. Cuando el sol se acuesta, cuando las tinieblas hacen su aparición, cuando los últimos rayos de sol rozan tangencialmente las capas altas de la atmósfera, va el JEFE y te hace un regalo.
Surgen en la cúpula celeste colores imposibles que, formando una gran ese vertical, se elevan al infinito, pellizcando de forma atroz tu pequeña alma de humano.

La Aurora Boreal.

Estaba Toi de pié, en medio de la tundra, absorto.

Y de pronto, se puso muy serio, muy serio.
Miró al cielo, y así sin avisar, se puso a aplaudir, a aplaudir con energía.
……………………………………………………………….

Con dieciocho años el mundo era una esfera perfecta, donde el centro de gravedad estaba en un indeterminado punto entre Anchorage, capital del estado de Alaska, y el barrio de Triana en Sevilla.


Atentamente. Driver.










Reailia -

Yo crei que sólo se podía escribir lo que no te gustaba, pero si dan cancha también a lo que me gusta escojo una cosa por sentido: tacto, oido, vista y paladar

- Me gustaría saber tocar un instrumento, pero sólo se tocar "el trencito corre en la flauta" y ni siquiera se si me acordaré

- Me gusta escuchar opera y en especial Puccini y si tengo que elegir, El aria Nessun Dorma. También me gusta oir a alguien hablando con acento argentino.

- Me gusta ver los colores del otoño: verdes, amarillos dorados,marrones, burdeos....

- me gusta el sabor de un beso cuando lo da todo y no pide nada a cambio.
- Y lo que más me gusta es poder tocar, oir ver y disfrutar de mis amigos.

Junkídriko -

Me considero oficialmente retado y por tanto contestaré en la mía página.

toi -

no sabría decir cual de todos los comentarios me fascina más.
En realidad, todos, y cada uno, y dentro de cada uno, cada uno de los puntos, positivos y negativos.
Son todos, todos, geniales.

Muchas gracias.

suso -

A veces, pero pocas, no me gusto yo.

Me resulta insoportable estar al lado de una persona que no tiene oido y canta sin complejo alguno,especialmente en Misa.

Que alguien me obligue a hacer o decir cursiladas,por ejemplo, canta uuuu mientras el cura recita el padrenuestro en la versión de Sounds of silence:¡no puedolr!
Hasta el día de hoy también me resulta imposible cambiar un pañal a un niño,ya no digamos a un ancian@:poto, y si me lo imagino me dan arcadas.
Los de EGO incontrolado y chulitos:nacionalistas,uniformados con gafas oscuras que ponen multas y no atienden razones,mindunguis que creen que nada se hace sin ellos, nuevos ricos con ínfulas.

Me resulta inaguantable cualquier ser humano que cuando me habla me toca el brazo cada dos por tres con un golpecito. Al quinto toquecito le puedo estrangular con un "¡¡¡que no me toques ,joder, que te estoy escuchando, coño, ya,lehe!!!"

Bastet -

NO me gusta:
- Que en los atascos la gente se ponga a pitar como locos, creyendo que así se arreglará la cosa...

- LLegar a casa y que la cama esté sin hacer.

- Conformarme.

- El vampirismo humano.

SI me gusta:
- Que mi gata Encanni (con dos enes) en cuya casa yo vivo, venga a saludarme a la puerta cada vez que llego de vuelta.

- Despertarme los fines de semana sin prisas, y poder hacer un buen rato el vago, esto es; tomarme setenta tés con leche, ponerme discos, sentarme en la terraza a tomar el solecito, leer los blogs de los amigos, el periódico. Todo ello en camisón y despeiná, a ser posible.
- La comida de mi madre.
- El amor, en todos los sentidos imaginables del término.

Irene -

Lo siento, :( , pero no me gustan los memes.

Riyue -

- No me gustan los que se pasan la vida quejandose hasta del aire que respiran o de su sombra,porque contaminan el aire de los que intentan vivir en armonía y dificultan la convivencia.
-No me gustan los "divinos de la muerte" y su prepotencia,y parece que es una especie en contínuo crecimiento.
-No soporto la falta de cordialidad,de respeto o educación.
-No soporto el futbol y mucho menos escucharlo.
Mi lista de lo que me gusta sería interminable,pero en este momento lo que más me gusta es este "sitio".

Casta Niebla -

Ahora me toca a mi...
NO ME GUSTA:
* El maltrato a los animales. Lo detesto con toda mi alma.
* Ninguna clase de pescado (ni de mar ni de río).
* El abandono que muchos hijos hacen a sus padres ancianos.
* La envidia. (corrompe el alma)

ME GUSTA!!!!!!!!!!
* Cantar a todo pulmón en un concierto del coro.
* El helado.
* Mimar a mis seres queridos.
* Sacar fotos incansablemente.

Ro -

Uca tiene más razón que un santo, y yo apunto también 4 cosas "más" que también me gustan.
-Me gustan mucho los amigos (y las amigas.)
-Adoro viajar con mis padres: me gusta Paris, Roma, Puero Rico y La Palma, pero sobre todo me gusta haber estado en estos cuatro lugares con ellos.
-Me gusta comer con Nico en el San Marcos y con Pablo en el Especias (al lado de mi casa.)
-Me gusta el corrector de Maybelline, cuesta ocho euros en el corte inglés y lo tapa todo sin hacer pifias en la piel.

y ahora yo, la uca -

1.- no me gusta estar triste
2.-ni las lentejas
3.- tampoco que en nombre de Dios se comean barbaridades, o en nombre del amor, del cariño o de las cosa buena, la frase de quien bien te quiere te hara llorar. Y un mojón, quien bien te quiere, quiere lo mejor para ti.
4.- No me gusta que las cosas sean porque si, todo tiene que tener un sentido y un porqué.

Y muchas cosas más pero es mejor enumerar las que te gustan.

1.) me gusta mucho y lo miro y lo remiro mi album de bodas, me lo hizo un fotografo más bueno que el pan, que me gusta más que el album.
2.) me gustan mis amigos
3.) pasear de la mano de mi marido
4.) y el olor de los niños pequeños y su risa perfecta.

es mucho mejor hacer esto, nos recuerda que la vida es bella

pipino pescatore -

entre cienes y cienes de cosas que no me gustan, estas son algunas:

la falta de educación
la mala educación
los políticos
las camisetas sin mangas acompañadas de pantalones piratas, chancletas y algún tatuaje

Driver -

Me apunto.
No me gustan las preguntas fáciles (no aportan nada).
No me gustan las respuestas complicadas (tampoco aportan nada).
No me gusta la gente que no se pone delante del toro (no aportan nada).
No me gustan las mañanas sin sorpresa (los problemas y las sorpresas son las que me hacen sentir vivo).

Atentamente. Driver.

rocío arana -

Ya que veo que la gente se anima, pongo otras cuatro cosas.
-No me gustan las matemáticas.
-No me gustan las pelis de nazis ni las del oeste (salvo las de John Wayne, que no son del oeste sino de John Wayne y me encantan.)
-No me gustan los agobios.
-No me gusta nada la mala leche.

Reailia -

- No me gustan las mentiras.

- No me gusta el bacalao ni las yemas de Santa Teresa

- No me gustan los que dicen: ya te lo dije yo...

- No me gustan los que se aprovechan de su fuerza para abusar de los más débiles (aquí no me gusta sería un poco suave)

Y me apunto al punto número 3 de Geltrú si se puede hacer ese trampantojo y si me lo permite.

Geltrú -

- no me gusta el mundo del futbol. Es un paranada.

- No me gustan los rocieros que van cargados de botellas de JB, coca, condones y una medalla de repuesto y después se lavan en el confecionario una y otra vez.

- no me gustan los malos entendidos.

- no me gusta el arroz con leche