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shakuhashi

Shine, little star, shine

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En la película Shine hay una escena que me gusta mucho.

Entra David Helffgot en un bar, hecho un desgraciado, con la idiocia pintada en la cara, con la razón disipada en el marasmo donde su padre, un pobre hijo de su tiempo y de su soberbia, le ha sumergido. En el bar está el típico capuyo gracioso que en vez de darle por pegarse martillazos en los huevos, pues le da por meterle caña a un debil mental. Lástima de mudos inteligentes que habrá por el mundo. David (pronúnciese deivid) lo calla, pa siempre, tocando magistralmente El Vuelo del Moscardón, de Rimsky Korsakov. Y de paso con ese despliegue de genialidad, después de muchos años de pesadilla, muestra al mundo quién es, y, lentamente, comienza su redención.

En la vida de David solo hay dos cosas, el piano y el amor de su padre. Pero este señor lo hunde en un charco de lodo negro.

Y creo que a pesar de esa terrible perversidad no debemos ser duros al juzgar el daño irremisible que tantos padres y tantas madres hacen, hacemos, a los hijos. Nadie nace aprendío, y nadie te enseña a ser padre, ni habitualmente el hecho de tener vástagos a tu cargo te convierte en mejor persona. El equipaje de nuestra naturaleza, de cómo somos lo llevamos desde que salimos de la estación al nacer hasta que llega el tren. Para eso está la voluntad, para eso está la libertad, pero no todo el mundo tiene las mismas facultades, y en absoluto somos iguales todos, como postulan algunos. Tenemos los mismos derechos, y parecidas obligaciones, pero después, al fin y a la postre, ca uno es ca uno. Y además, el tiempo que te toca vivir influye muchísimo en tu manera de ver la vida.

O tempora, o mores.

Nunca debemos juzgar con demasiada dureza las acciones de otras generaciones.

Ocurrió que el padre de David lo destrozó. Pero también pudo ser que él se dejó destrozar, o que estaba a un herbor de irse a tomar por culo y se fue a la mínima.

El caso es que de ser un niño prodigio acabó siendo un pobre paria acogido a instituciones, a deambular sin rumbo por la calle, sin oficio ni beneficio, uno de los mejores pianistas de la historia.

La película, maravillosa, narra la vida de David Helffgot, australiano, virtuoso del piano desde niño, de cómo es su mozartiana infancia, de sus estudios en Inglaterra, de su caida a los infiernos de la demencia, y de su redención gloriosa, gracias a bellísimas personas, que aunque cueste creerlo, existen.

(En realidad, hay más gente buena que mala, pero meten menos bulla y no se les ve, habitualmente).

Pero lo que a mi me gustaría reseñar es un asunto que nos cuenta la peli. Lo que pasa es que no se cómo enfocarlo sin caer, de nuevo, en mi provervial ausencia de pudor.

Esta mañana yo estaba agobiado. Incluso muy agobiado. Problemas. Como todo el mundo. pero estos a quien agobian es a mi.

Especialmente algunos relacionados con cosas que hacen sufrir a mis hijos. Son asuntos que no llevo bien: ver sufrir a mi gente. El que diga que la adolescencia es una época feliz es que no ha sido adolescente.

Pero resulta que conozco la teoría, todo eso de la perspectiva, de volar lo suficientemente alto como para no perder la visión de conjunto, y todo eso de mantener tú la calma, que perderla no es un lujo permitible... en fin, todo eso. Pero las teorías son eso, teorías. Luego llega la casuística, los experimentos reales, las prueba-error, el welcome to the real world.

Woody Allen, dijos dos cosas graciosas: pensamos en la infinitud del universo, en la insondable levedad del átomo, hasta que nos llega una letra de la hipoteca, y no sé para qué quiere la gente la inmortalidad si no sabe que hacer un sábado por la tarde si está lloviendo.  La realidad, la terca y puta realidad.

Y así andaba esta mañana tempranito, haciendo cola para renovarme el carnet de conducir, cuando me fijé, sin querer, en una chica joven, monísima, elegante, lo que mis hijos llaman un pepino, y mis coetáneos, tan pasaitos, un bollycao.

Y también vi que llevaba un carrito de niño. Pero me sorprendió ver que en cada mango del carrito tenía unos como frenos de bicicleta. Super pijo de la muerte, lo que les faltaba a los Jané, frenos. Avancé un pasito para ver ese carro de diseño, y me quedé helado.

No era un carrito de bebé. Era un andador, de esos que suelen llevar los abuelos. Cuando la chica avanzó, todo su cuerpo se convulsionó, y cuando la atendieron en el mostrador hablaba con enorme dificultad. Consiguió que le entendieran algo relacionado con que su coche estaba adaptado y que necesitaba información... pero yo enseguida dejé de atender, y me imaginé la vida de esa criatura. No parecía en absoluto desgraciada. Simplemente, hacía lo que tenía que hacer, con más problemas, claro, pero lo hacía. Quería conducir, e iba a conducir. Y me acordé de los problemas de mis hijos.

Y no es que desaparecieran, nada de eso, son inmensos para sus propietarios, pero para mi encajaron en su justísima medida, y esa tía, que estaba buenísima, que era -es- guapísima, con esa enfermedad seguramente del sistema nervioso, seguramente degenerativa, me pegó una bofetá de realidad y de proporcionalidad que dejó colocadas en su exacto lugar las piezas.

Nos mueven a la látima, osea, nos conmueven. Pero no sabemos nada, solo imaginamos. Y es posible, es seguro, que muchas veces esas estrellas, pequeñas, brillen más que nosotros, que las miramos pasar, que las miramos volar, desde el suelo.

Cualquiera que mirara al aparentemente patético David, nuestro pianista, no podría adivinar la cantidad de luz que se estaba desperdiciando, por no saber verla, por no poder mirarla. Y cuando volvió a dar conciertos, dejó al mundo con los pies colgando, admirados, cegados de tanto brillar su estrella.

La vida sigue. Llena de música, de viento, de gente, de vida. De puta vida, de maravillosa vida.

 

....

Postdata o postscriptum:

Me suele ayudar mucho recordar algunos versos de SerratNunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio... nada ni nadie puede impedir que sufran, que se equivoquen, y que un día nos digan adiós... de vez en cuando la vida nos besa en la boca, y a colores se despliega, como un atlas... y por fria que sea mi noche triste, no eché al fuego ni uno solo de los besos que me diste...

18 comentarios

lluvia a Reailia -

Gracias, compañera, eres genial!
Por cierto que Wilrijk ahora tiene el apodo de Bufo, y está hecho el señor del cuarto. Creo que se le ha subido a la cabeza que le llamaramos un día Califa de Damasco :p

TSA -

sin comentarios,tu entrada me ha "conmovido" o conmocionado porque he sentido un no se qué;el video estupendo, pero el de Irene,el de Irene superior!!.

toi -

señor restaurador, está usted invitado el sábado, aunque tengo la sensación de que ya iba a venir

Por tabenas es cierto, el sol se sale de sus railas y riela

toi -

Irene, tu recomendación ha provocado una nueva entrada.
Gracias

Toi -

no words, pas de mots
qué suerte ha tenido París

toi para don Driver -

tespero impaciente, compañero
tráete el disfraz de cerillera, a ver si así nos colamos.

toi -

creo que en español tenía un nombre así o puede que más cursi
Yo siempre la he conocido como SHINE
y por supuesto que te la recomiendo
se que te va a encantar

toi -

tú si que eres preciosa.
Gracias.
Gracias.

Reailia -

Es verdad que la vida a veces te hace esos regalos: te da la oportunidad de hacerte ver que lo importante es ser capaz de ver cada problema o situación en su justa medida.
Bueno, en realidad la vida nos está enseñando eso a cada instante, pero no siempre estamos atentos para verlo.

Para mi una de las leccones más grandes que estoy aprendiendo y que sigo aprendiendo cada día es a diferenciar lo que es importante de lo que es esencial. Sólo a esto último deberíamos dedicarle nuestros desvelos. Pero que complicado resulta a veces saber verlo.

Para Lluvia: un besito grande y recuerda que cuando me digas voy al aeropuerto a buscarte para llevarte donde haga falta. En París dices que estabas ¡que envidia!

Bastet -

Rielar, de hacer rieles. Que bien visto.

Cuando cruzas el desierto de Tabernas al atardecer, en dirección a Almeria, sucede una cosa muy similar.

Nosotros le llamabamos Sinfonías de Luz.

La inscripción -

Soy restaurador.
Mi trabajo consiste en reponer mediante resinas sintéticas las cornisas y las molduras de los monumentos antiguos.
En estos momentos estoy trabajando en París, en la iglesia de La Madelaine, que se configura como un templo griego, emergiendo como un buque fantasma en medio de la ciudad de la luz.
Estoy colgado a 15 metros de altura, con mis arneses de seguridad y mi casco homologado, junto a dos compañeros.
Desde aquí arriba se ve Paris desde una perspectiva diferente.
Como no es fácil mantener el equilibrio, los tejados y las avenidas se mueven cadenciosamente al ritmo de una bella balada.
Este trabajo está muy mal pagado, pero a mí me compensa.
Estar tan cerca de estos monumentos me permite acariciarlos tiernamente cuando nadie mira.
Me emociona su tacto, imagino a los canteros que perfilaron las dovelas de los arcos, siento el olor a madera aserrada y resinosa de las cerchas que sustentan los entramados de las cubiertas, se me llenan los ojos con las sucesivas capas de encalados pigmentados que cubren las bóvedas.
………………………………………………………………………………………………………..
Hoy, este curro de “colgados”, me ha regalado una perla.
Eran las seis de la tarde. La luz de París rielaba entre las nubes.
Era ese momento de la tarde, en el que las golondrinas se van a hacer la cena.
Me avisa mi compañero. Ha encontrado una extraña inscripción en la parte posterior de un alfeizar; un sitio inaccesible e invisible a los ojos de un mortal que se mueve a ras de suelo.
Pero nosotros estamos aquí arriba, y tenemos la oportunidad.
Limpiamos la piedra y leemos en un arcaico francés:

“Esta juventud está loca, no escucha a los dioses ni a los hombres. De seguir así, esta civilización pronto perecerá”

Praxímedes. 2.500 A.C.
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Soy restaurador.
Un trabajo como otro cualquiera.

Irene -

El tango de "Perfume de mujer"

http://www.youtube.com/watch?v=EIaSM0lvtQI

sin artificios, pero brillante muy brillante.

lluvia -

...que decidan por ellos...que se equivoquen...
Es cierto que nadie nace aprendío, pero yo insisto que lo estais haciendo considerablemente bien. El otro día, cuando os llamé de Paris, quise explicarte eso de poner las piezas en su sitio, pero no lo hice, y es mejor así, porque lo has visto tú mismo, más claro imposible.
No quiero caer en la obviedad, pero qué bonito lo que has dicho de esas brillantes estrellas...

Driver para el jefe -

Datos objetivos para mi jefe.
A:Llevo peli para tí: "Perfume de mujer", o cómo el Al Pachino apadrina a un adolescente.Cojonuda.Tema:la dignidad y la fortaleza.

B:Llevo libro de matemáticas para un chaval que creo que anda por ahí, un libro de matemáticas de 250 páginas, donde, no hay ni una puñetera fórmula!(alucina vecina!).
Eso sí lleva una sóla fórmula creada por Euler en 1.680, y que es la fórmula más bella de la historia de la humanidad.
Pero eso, amigo, me lo reservo para enseñársela al chaval en persona; ténmelo localizado para el sábado o el domingo.Quiero explicársela en persona.

Atentamente. Driver cinéfilo y matemático.

Bastet -

El corage de vivir, que le llaman, no?

No he visto esa pelicula, pero me basta con esa escena para saber que me la beberé. ¡Que escena!. Dice tantísimo, en tan poco tiempo.

Reailia -

Precioso.
Precioso lo que cuentas.
Precioso como lo cuentas.
Precioso como lo unes.

Me acabo de acordar porque te tengo tantísimo cariño.

P.D. Precioso del latín "Pretiosus" objeto de gran valor

toi -

es que no hace falta que digas nada más, corazón, ya me lo has dicho todo;

que bonita eres.

Irene -

Toi, he leído esta entrada dos veces seguidas de tantísimo que me ha llegado, de tantísimo que me ha gustado.

Ahora no puedo decir nada más...