buscando debajo de las piedras
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Cuando llega la primavera, al menos en mi pueblo, pasan varias cosas.
Una, que el aire se espesa, y el tiempo se ralentiza, pero a la vez las cosas con las que hay que llenar ese tiempo de la vida, se expanden, se multiplican.
Pero es que además andar, respirar, ser, cuesta un poco más que de costumbre.
A lo mejor son los azahares, o los nardos, o el adagietto de la quinta de Malher, o el recuerdo de Venecia.
O a lo mejor es que todo se ralentiza esperando a no se qué explosión, a Dios sabe qué es eso que parece que por fin va a ocurrir y resulta que no, que hoy tampoco pasa.
Los colores son más saturados, la brisa más cálida, las mujeres mucho más hermosas, la música mas viva, y las flores te agreden con sus olores.
Y a pesar de todo eso, todos los años, tengo que rebuscar la poesía en los sitios más raros, solo por sobrevivir. Es un paréntesis, una pausa, que me deja destrozaito, agotao.
Al final, como siempre, merece la pena, todo renace, y todo sigue por donde debe (y, ¿por dónde ese ese sitio? ¿quién dice qué debe ser y qué no?).
Pero yo, personalmente, le temo a la llegada de la primavera más que a una vara verde.
2 comentarios
Silvioh -
Ataraxia.
Reailia -