cuerda
Las poquitas veces que he navegado cuando decía cuerda me corregían: en mi barco la única cuerda que hay es la del badajo de la campana. Las demás son cabos. Antes también estaban las de los relojes, pero ya ni eso.
Dar cuerda al reloj era una tiranía cotidiana, tampoco demasiado gravosa. Cortazar dejó escrito que cuando te regalan un reloj tú eres el regalado al reloj, por la obligaciones diarias que esa maquinita te impone.
Es posible que sea la nostalgia de mis cincuenta años, pero he rescatado tres antiguos y buenos relojes de cuerda que guardaba en una caja, y van perfectamente. A mi me gusta mirarlos, me los pongo en la muñeca algunos días, son objetos bellos, armoniosos.
Incluso en su imperfección.
Hasta los relojes más caros retrasaban o adelantaban algún minuto al cabo de los días, y tenías que ponerlo en hora, para lo que existía hasta un servicio telefónico, el 090 (¿093?) creo recordar, que te decía que al oir la tercera señal serán las veinte horas, cuatro minutos y treinta segundos... y todos estábamos pendiente del parte, con sus señales horarias con forma de tres pitidos cortos y uno largo que marcaba o la hora en punto o las y media.
Es bueno que eso se acabara con la explosión de los relojes de cuarzo, tan exactamente exactos. La entropía ya no es lo que era, tanto orden y perfección.
Hay quien dice que menos mal que se inventó el bolígrafo, para librarnos de la esclavitud de las estilográficas... No se. Yo colecciono plumas y es lo único que uso para escribir o dibujar.
Demasiado viejo para el Rock’n’Roll pero demasiado joven para morir.
Ayer, mientras estudiaba en el salón, de repente, sin venir a cuento, mi Juan dijo estoy seguro que los apagones unían a la familia. Lo que me da una idea cabal de su grado de concentración y de lo poco que le estaba interesando la química.
Evidentemente, ya no hay casi nunca apagones, tan frecuentes hace muchos años. Pero reconozco que eran muy divertidos. Mi padre intentando poner orden, no moveros, Toi, donde has puesto las velas, Maite, donde están las cerillas, Julio, haz unas lamparillas de aceite.... La tele dejaba de existir, la oscuridad compartida era preciosa, y al final acabábamos los nueve alrededor de la camilla y de un candelabro charlando, riendo, contando historias, una vuelta a la edad del bronce, familiar, entrañable.
Ignoro de dónde sacaría Juan esa idea mientras se enfrentaba a los moles de azufre y de helio, pero a mi me trajo hermosos recuerdos, igual que cuando por las noches, antes de cerrar mi estudio para dormir, le doy cuerda a mis relojes del siglo pasao.
12 comentarios
Junkidriko -
Llegaré a Sevilla y en menos de dos horas le habré mandado callar. Seguro. Pero ahora mismo echo de menos el Ruido de Fondo.
toi -
me encanta despertarme las nostalgias, y despertársela a los demás... es un juego bonito, mientras la memoria cumpla su misión, que es la de filtrarnos lo malo y dejarnos recordar lo bueno... el juego hermoso de la nostalgia, que nos hace sonreir.
TSA a Bastet -
Ah!! creí que lo de "horo nuevo",era una genialidad de las tuyas, te había quedado genial el juego de palabras,me ha gustado el resbalón del teclado, ha sido muy ocurrente.
Besos
TSA -
Aun conservo el pequeño reloj de cuerda de mi comunión,que fué para mi como un tesoro,mi primer reloj y además aun tenía más valor porque no era nuevo era el que le regalaron a mi hermana diez años mayor que yo en la suya.Como cambian las cosas!Ahora te regalan un reloj con la bolsa de ganchitos.
sobre los apagones uff tantos recuerdos!!.
Aquí todavía de vez en cuando sufrimos alguno,sobre todo en verano cuando la población se multiplica y si llueve.
Toi muy evocador tu post.Hoy aquí hace un día completamente otoñal,no deja de llover! algo increible en el levante!.
besos
Driver -
Iban a Sevilla para dar un concherto.
Buena excusa para vernos.
...
Al ser la una francesa y la otra milanesa, nos entendíamos con ellas en esa especie de jerga mediterránea, donde predomina la base latina común y mucho de movimiento de manos y ojos.
...
Anoche soñé con Carla y con Laura.
Y me imaginé lo bonitas que son de cerca.
Las cuerdas.
Las cuerdas de sus guitarras.
Irene -
A que no sabéis que aquí en mi pueblo los apagones sí se dan frecuentemente aún, todos los ños en las mismas fechas, o ante los mismos efectos climatológicos... Sólo que en vez de velas tengo preparados y colocados estratégicamente por la casa candiles de esos modernos, de pilas. Lo demás no cambia...
toi -
Bastet -
Me has hecho escribir tan evocadora y emocionalmente rapido que para colmo ahora me duelen los ojos solo de releerme a mi misma, Toi.
Te odio también por esto, que lo sepas.
:))
Bastet -
Sobre los apagones -tan, pero tan evocadores- yo recuerdo la búsqueda de las velas. Corriendo y a oscuras. Revolviendo -¡histeria general!- todos los cajones de la casaen la penumbra. ¡¡¡¿Donde puñetas están las velas!!!. Y de pronto el chasquido de esa cerilla -¡la cerilla!-. Y ¡milagro!, ¡hete aquí las velas!.
Y cenar con mi padre en la penumbra. Y con mi padre y con mis hermanos. Sin tele. Sin nada. Sólo nosotros y las sombras.
Y el silencio.
Y nosotros.
Sobre relojes.
Me evocaste el mejor regalo que pude recibir. El reloj de mi padre. No uno de los relojes de mi padre. Su reloj. Suerte que tuve. O compasión que tuvieron. Según se mire.
Es de oro. pero no de oro del de ahora, ese horo nuevo, hortera. Es de un oro antiguo, un oro viejo.
Y es muy plano. Y redondo.
Me contó un relojero hace unos años que es una máquina casi perfecta. Como lo son los ninstrumentos antiguos, esos que fabricaban antiguamente los luthiers.
Yo sólo sé que es EL RELOJ. El de mi padre.
Le doy cuerda dos veces al año. Una en nochebuena. La otra todos los siete de Diciembre.
Y nunca falla.
Como EL.
Mierda de primavera otoñal. Maravilloso y evocador texto.
Te odio, Toi.
Reailia -
Es lo que tiene la luz cuando se va, que hace magia.
suso -
Y le pregunta uno "oyes, por qué llevas el reloj en el muñón?" Y el tío le contesta
"¿Y quién le da cuerda...tu puta madre?"
Juá,juá
Jesús Beades -