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shakuhashi

Mozart

Escenario: nave central del tercer templo de la cristiandad, al menos en tamaño.

Gigantescos pilares cuyas nervaduras se elevan hacia el infinito de la bóveda, cuarenta metros más arriba.

En medio, una orquesta.

Y flotando por entre todos nosotros, her Mozart.

Escucho a Mozart muchas veces al día.

Pero no tiene nada que ver un amplificador por bueno que sea con poder mirar los dedos de los violinistas, o ver cómo baila el director, o escuchar en el centro de la barriga los golpes de las trompetas y los fagots.

Y en la Catedral de Sevilla.

Estábamos mi madre, Enrique y yo, y después no hemos tenido más remedio que irnos a la bodeguita Romero a tomarnos unas pringás con manzanilla, por festejar tanta belleza que nos acababan de regalar don Amadeo, los profesores, y mi amigo Joaquín Camino, responsable de la obra cultural de Caja Duero, que ha montado ese pitote glorioso.

Inutil esconderse. La belleza siempre te encuentra.

No Cambies Por Nada

 

Es el título de una canción magistral de Hilario Camacho, y el nombre del último CD de verdad que hizo, porque los que han sacao póstumos no son más que refritos.

Conocí al Chiquitino a la vez que a Kiko Veneno, una noche en que su productor de entonces, Joss, Jose Muñiz, me llamó para que hiciera fotos de aquella sesión histórica en los estudios Alta Frecuencia de Sevilla.

Aquella noche empezó una densa y hermosa amistad.

No me voy a enrollar mucho con el tema... Hilario se nos murió en agosto de 2006 y a raiz de aquel desastre se creó un foro que fue muy movido durante casi un año, pero parece que ya hemos hecho el duelo porque en el foro de Hilario al día de hoy entramos cuatro gatos, cuatro amigos, suficientes para mantener su recuerdo vivo.

Y resulta que el otro día escuché de casualidad este tema cantado por Kiko en el homenaje que le dieron al poco de morir en Madrid, en el Lope de Vega, gentes que habían tenido relación con Hilario, gentes que de verdad lo habían querido, y también gentes que unos días antes no le cogían el teléfono... la vida.... la muerte.

Y con esa versión se me agolparon, otra vez, muchos y variados recuerdos, y quise hacer este pequeño vídeo, por seguir echando afuera los fantasmas, o por seguir dejando que me habiten. Es algo que no consigo aclarar. Tampoco pongo mucho empeño.

Tarados

No somos canónicos.

Especialmente porque no queda nada claro cual es el canon.

En Grecia Clásica era uno, en Roma otro, en Oceanía, que probablemente cuando Brutus apuñalaba a su padre César, tu quoque fili?, aun andaban por la Edad de Hierro, pues seguramente era otro.

No me refiero al canon estético, ni al ético, ni al moral, ni al de comportamiento social, sino a todos a la vez.

Pero sea cual sea el canon de cada momento, de cada lugar, siempre siempre fallamos, poseemos una tara, algo que nos aleja del canon.

Todos somos tarados. Unos más que otros, unos en unas taras, otros en otras taras. Unos fallamos en unos asuntos, otros en otros asuntos.

Pero todos, y siempre, arrastramos taras.

Lo que pasa es que no me queda muy claro quién decide el canon y por consiguiente sus errores, sus despropósitos, sus imperfecciones.

Pero debe ser alguien muy poderoso, porque todos le obedecemos.

Quién será ese dios escondido que decide nuestro grado de impedimenta en el acceso a la perfección.

Quién nos desasosiega.

Quién nos constriñe.

Quién nos delimita.

Qué misterioso amo nos oprime.

Quién ha decidido que seamos siempre tarados.

.......

.....

....

...

..

.

Y sin embargo, cuando te miro, en mi egoista y tarado amor, yo soy perfecto.

Cuando tu piel te delimita, te hace comenzar donde terminas, eres exacta, eres perfecta.

Y sin embargo, cuando te amo soy perfecto, porque eres perfecta.

Porque vencido por mis taras, te amo.

Y eso me hace perfecto.

Laberintos

Laberintos

Desde chico me gustan algunas cosas que solía llamar antiguas.

A lo mejor las llamaba entonces así porque me sonaban a charlas de noches de verano de mis abuelos, o de mis tíos, o porque las vi por primera vez en libros ya entonces viejos, o simplemente porque a nadie más, de mi entorno, de mi edad, les solía interesar esos temas, y a mi me parecerían cosas de otros tiempos. Algunas andando los años me siguen gustando, interesando, aunque sea un poquitito.

En realidad son tonterías, pero me encantan los faros, las máquinas de movimiento perpétuo (los intentos de máquina de movimiento perpétuo), los juguetes antiguos -de madera- con trucos, los mueblecitos de escritorio, sobre todo con cajoncitos, las plumas estilográficas, las máquinas de Rube Goldberg, de las que he hablado aquí hace poco, las pajareras grandes, de jardín, con pocos pájaros, y especialmente, los laberintos.

No entiendo muy bien esa fascinación por los laberintos.

Me encantan. Sale uno en la película La Huella, de Mankiewicz, con Lawrence Olivier y Michael Caine, tan jóvenes, y Jim Henson hizo una película fabulosa llamada precisamente así, Labyrinth, con un David Bowie desmelenado y procaz.

Y el sublime Borges los desmenuza, los desarrolla, los hace vida.

Podríamos buscar las causas, los vericuetos de locura que hacen quedarme ratos largos perdido en una foto de un laberinto, de esos de setos ingleses llenos de falsas salidas, de puertas escondidas, llenos de mentiras y de esperanzas, y podríamos elucubrar sobre la rotundidad del acto libre, de la elección exacta de un camino o de otro, de las consecuencias de esas decisiones.

Pero no hoy.

Yo solo quiero mirarlos, y perderme, y seguir dentro del laberinto, disfrutando de su sombra, saboreando sus posibilidades, sin querer, todavía, encontrar la salida.

De hitos y acontecimientos

Llevo unas semanas de suave discurrir.

Excepto la conferencia en el colegio mayor de niñas y posterior huida por los tejados de Sevilla arrostrando tras de mi la ira de los novios, no parece que pase nada reseñable en mi vida.

Y eso está bien.

Muy bien.

Mi cincuenta cumpleaños, por ejemplo, o mi, se podría llamar actuación, en el Mítico Café, con aquella genial explosión de amigos, debo reconocer que me dejó un poco cansado, maravillado, pero agotado. (En realidad me gustó tanto tanto estar con tan fantásticas personas que estoy urdiendo un homenaje a Hilario con el gran Calero en Sevilla, como excusa para poder repetir esas intensas, deliciosas veladas)

A estas edades provectas de vez en cuando se agradece un poco de aburrida cotidianeidad, rutina bien adobada.

Lo que no quiere decir que las pequeñas batallas no sigan bullendo en el transfondo de los días, de las horas. Los problemillas, los problemones y pequeños dramas, las alegrías, las miradas, y el viento sigue haciendo bailar las copas de los árboles, y mientras trabajo me siguen golpeando con intensidad Debussy o Laura Nyro.

Pero todo eso de forma más pausada, calma.... creo que presagiando la bulla que se avecina con la navidad, en la que volverá mi Julita, y vendrán los novios, tan queridos, de fuera, y el salón se llenará de durmientes, y se acelerará el ritmo, otra vez.

Es verdad que la vida necesita hitos, fechas señaladas, días distintos, pequeños agarraderos para darle pellizcos al rutinario devenir del tiempo.

Pero también es verdad eso de que las fiestas se hacen para los niños. A mi, que tampoco es que sea demasiado viejo, me empieza a seducir más esa mágica palabra: PAZ.

La añoro.

Pero mientras llega y no, me voy preparando el cuerpo para las navidades.

Lo que demuestra de de cualquier cosa se puede hacer arte

Incluido de tres excavadoras gigantes....

Increible:

 

 

 

y si en vez de excavadoras cogemos dos pianos... y los tocan estos dos señores, padre e hijo. sale esto:

 

 

 

Aunque la batería y el bajo sean secuenciados... se les perdona todo.

Guqin

Guqin

Mi hija Teresa, que desde chiquitita cuando quiere algo, agarra va y lo consigue, me lo ha vuelto a demostrar en un tema baladí, aparentemente, pero que si alguien lo podía averiguar, ese alguien es Teresa.

Hace unos días me preguntó si sabía cómo se llama el instrumento que toca el viejo ciego durante la pelea de Cielo y Sin Nombre, en la película Hero, de Zhang Yimou.

Toma ya.

Le dije que era el Koto, evidentemente. Pero me respondió que ni hablar, que el koto es de otra forma, y le dije que sería un koto arcaico, ambientado en la época de la acción de la peli... ni hablar.

Ya me encargo yo de enterarme, me dijo, pero no es un koto.

Al día siguiente me mandó dos mails, uno con el enlace a la Wikipedia del Guqin, y otro con el enlace a YouTube con la escena.

...

...

Escena por cierto de una belleza formal, de una inspiración prodigiosa, con una fusión de la música y los colores extraordinaria, incluso para alguien como yo que en principio abomina de las escenas amañadas de artes merciales en el cine.

Pero a lo que iba... solo Tere y lo seguía que es mi Tere -afortunadamente- lo iban a averiguar: el guqin, que no sabía siquiera que existiera.

Inutil hablar de las películas de Zhang Yimou, obras de arte cinematográfico, que al final demuestran uno de mi mas enconados asertos. Ayer Pepe lo sacó en el coloquio que tuvimos después de la conferencia, apoyándome en lo de que el arte es una impostura, aunque nos conduzca a la gran verdad que es la belleza... él decía que no hay cosa más falaz que una buena película, y a la vez no hay nada mas hermoso. Hero es un ejemplo perfecto: ni las gotas de lluvia bajan a dos por hora, ni los guerreros sin nombre vuelan, ni seguro que las cuerdas del guqin se van a romper al mismo tiempo que Cielo muere... pero qué maravillosa y bellísima escena nos regala Zhang Yimou.

felicidad

Me pasan este texto:

EL HOMBRE MAS FELIZ DEL MUNDO
De plano nos rompieron los paradigmas! Acostumbrados a creer que la felicidad es una competencia olímpica para tener más, ser más exitoso, sentir más placer y hacer más cosas, ahora los científicos del Laboratorio de Neurociencia Afectiva de la Universidad de Wisconsin nos salen con que el hombre más feliz del planeta es un tipo que vive en una celda de dos por dos, no es dueño ni ejecutivo de ninguna de las compañías del Fortune 500, no tiene relaciones sexuales desde hace más de 30 años, no vive pendiente del celular ni tiene Blackberry, no va al gym ni maneja un BMW, no viste Armani ni Boss, desconoce tanto el Prozac como el Viagra o el éxtasis, y ni siquiera toma Coca-Cola. En suma: el tipo más feliz del planeta es un pobre diablo sin dinero, éxito profesional, vida sexual, ni popularidad.
Su nombre es Matthieu Ricard, occidental por nacimiento, budista por convicción y el único de cientos de voluntarios cuyo cerebro no sólo alcanzó la máxima calificación de felicidad prevista por los científicos (-0.3), sino que se salió del felizómetro por completo (-0.45). Los 256 sensores y decenas de resonancias magnéticas a las que Ricard se sometió a lo largo de varios años para validar el experimento no mienten: ahí donde los niveles de estrés, coraje y frustración en los meros mortales es muy alto, en la mente de Ricard estas sensaciones negativas no existen. Por el contrario, ahí donde la mayoría de voluntarios mostró bajísimos niveles de satisfacción y plenitud existencial, Ricard se voló la barda en todas y cada una de las sensaciones positivas, dando origen al título de "el hombre más feliz del planeta" (www.elmundo.es, 22 de abril).
Lo paradójico del caso no es que haya un hombre tan feliz, sino que llegó a serlo desprendiéndose de todo aquello en lo que los occidentales suponemos radica la felicidad: éxito profesional, pericia científica, dinero, posesiones, fama, placeres, relaciones humanas y consumo, consumo, consumo. Y es que Matthieu Ricard no es ajeno a nada de esto: hijo del miembro emérito de la academia francesa Jean François Revel, Ricard no se dejó deslumbrar por el ateísmo ilustrado de su padre, ni por su fe de nacimiento; tampoco sus estudios de genética celular en el Instituto Pasteur le trajeron la satisfacción deseada. Con el mundo a sus pies y a punto de convertirse en una eminencia científica decidió que por ahí no iba la cosa. Se fue al Himalaya, adoptó el celibato y la pobreza de los monjes, aprendió a leer el tibetano clásico e inició una nueva vida desde cero. Hoy es la mano derecha del Dalai Lama y ha donado millones de euros producto de la venta de sus libros a monasterios y obras de caridad. Pero eso no es la causa, sino la consecuencia de su felicidad. La causa hay que buscarla en otro lado, dice el jefe del estudio, Richard J. Davidson, y no es ningún misterio ni gracia divina: se llama plasticidad de la mente o, dicho en términos menos fufurufos, es la capacidad humana de modificar físicamente el cerebro por medio de los pensamientos que elegimos entretener.
Resulta que al igual que los músculos del cuerpo, el cerebro desarrolla y fortalece las neuronas que más utilizamos. A más pensamientos negativos mayor actividad en el córtex derecho del cerebro y en consecuencia, mayor ansiedad, depresión, envidia y hostilidad hacia los demás. O, como quien dice, más infelicidad autogenerada. Por el contrario, quien trabaja por pensar bien de los demás y ver el lado amable de la vida ejercita el córtex izquierdo elevando las emociones placenteras y la felicidad.
Pero nadie se vaya con la finta de tanta "felizología" barata que circula por ahí: Ricard advierte que no se trata de decidir ver la vida en rosa de un día para otro, si no de trabajar sistemáticamente en debilitar esos músculos de infelicidad que tanto hemos fortalecido creyéndonos víctimas del pasado, de los padres o del entorno y, en paralelo, comenzar a ejercitar los músculos mentales que nos hacen absolutamente responsables de nuestra propia felicidad (M. Ricard, En defensa de la felicidad, Ed. Urano).
Al final, los resultados del estudio vienen a cimbrar los pilares de nuestra civilización consumista -donde el Prozac se vende cuatro veces más que el Viagra- porque confirman, ahora sí con pruebas científicas en mano, lo que humanistas y profetas de todas las épocas han venido diciendo sin que los científicos materialistas les dieran ni poquito crédito.
A saber: que la felicidad es un asunto del espíritu que no depende de nada ni de nadie externo a la persona (como lo dice Buda), que la clave para ser feliz mora en el interior de cada quien (como lo dice Cristo) y que la felicidad o es un hábito o es el resultado de varios de ellos (como lo dice Aristóteles). Y si bien Ricard admite que su camino no es más que uno de muchos, advierte que ser feliz necesariamente pasa por dejar de culpar a los demás de nuestra infelicidad y buscar la causa en nuestra propia mente.
O, como dice un adagio: "envejecer es obligatorio, madurar es opcional".

INVIERNO

Fuera hace frio.

Algunas veces dentro también.

Solo vuelan pequeños pájaros.

Las playas están vacías.

Es invierno

...

Aves y Shakuhashi

 

...

Por recuperar viejas costumbres, he montao un pequeño vídeo.

La mayor parte de las fotos no son mías. Nunca me ha importado demasiado aprovecharme de las creaciones de los demás.

Es una práctica que me da muchas horas de deleite. Como bien sabe Beethoven.

ACTUALIZACÓN:

A pesar de que es un día muy triste, ni puedo ni quiero evitar un pequeño juego. La fotos de gorriones, de petirrojos, de palomas y casi todas las de gaviotas son mías. Dejo a vuestra intuición adivinar de las otras cuales he disparado yo.

Tablón de anuncios

Día cuatro de diciembre de dos mil siete, a las diez de la noche, confirmada la conferencia (¿conferencia? ¿charla? ¿perorata? ¿diatribas peripatéticas? ¿elucubraciones?) en el Colegio Mayor Universitario Femenino La Luz, de las Esclavas, que está en la calle Cervantes número 13 de Sevilla.

Poco más.

Driver, te espero por la salida de la cocina para escapar en tu Volvo de la furia de los novios. Como las calles de ese barrio son estrechas, si te traes dos caballos, o dos mulas, mejor.

dos paréntesis, pero vaya dos paréntesis

Gerardo me ha propuesto un tema que me está desbordando.

Me hago viejo y pierdo espontaneidad.

Me ha dicho que porqué no escribo una entrada sobre la fealdad.

Y la he escrito. Lo que pasa es que me he metido en un jardín demasiado frondoso. Cuando me he dado cuenta estaba hablando de los desnudos que fotografiaba hace unos años, y no tengo claro si me está quedando mas o menos fino. Pero es un tema que me ocupa desde hace tiempo y cuando lo pula, o lo lime, o lo pode, o lo desbroce una poquita, lo someto a vuestra consideración.

También estoy dandole vueltas a una teorética del obsequio. pero eso no es un jardín. Es un bosque impenetrable. Empecé por los regalos entre amigos y voy por la donación de Cristo, en realidad del Padre primero, que nos obsequia el mayor bien de la historia y del universo, su Hijo... pasando por lo que nos parecemos los padres a la gratuidad en la donación al mismísimo Dios...mu complicao, pero si encuentro tiempo, en unos años lo pongo en esta bitácora.

Y como mi buena Reailia, entre toma y toma a sus hijos Rómulo y Remo, me recuerda que tengo esto muy abandonao, -no por mi voluntad-, pues de mientras os quiero traer a las orejas dos canciones que siempre me han gustao: Me va la vida en ello, de Aute, aquí cantada por unos tíos que no deben de ser profesionales, pero que por el simple hecho de escoger ese tema ya me tienen ganao.

La otra es de Manolo GarcíaNiña Candela, en una versión que cantó en la azotea de Wayoming, nada menos que con Pedro Javier Gonzalez, guitarrista brutal, alucinante, y un percusionista con fama de bueno, que yo no conocía, Juan Carlos García.

 

 

La letra de Aute es hermosa:

Cierto que huí de los fastos
y los oropeles,
y que jamás puse en venta
ninguna quimera.
Siempre evité ser un súbdito
de los laureles porque vivir
era un vértigo y no una carrera...
Pero, quiero que me digas, amor,
que no todo fue naufragar
por haber creído que amar
era el verbo más bello ...
dímelo ...
me va la vida en ello.
Cierto que no prescindí
de ningún laberinto
que amenazara
con un CALLEJÓN SIN SALIDA.
Ante otro "más de lo mismo"
creí en lo distinto
porque vivir
era búsqueda y no una guarida...
Pero, quiero  que me digas, amor ...
Cierto que cuando aprendí
que la vida iba en serio,
quise quemarla de prisa
jugando con fuego.
Y me abrasé defendiendo
mi propio criterio
porque vivir
era más que unas reglas en juego...
Pero, quiero que me digas, amor... 

 

Y la de Niña Candela es una alegría con música:

Con un vestido de papelillo de filigrana,

festoneado de farolillos de falsa plata
te vi bailando zorongo (punta, tacon),

comiendo almendras,
con la mirada ausente,

prendida de las estrellas.
Que turba tu paz? que rompe tu armonia?

que quiero alegrar tu noche con esta simple fantasia.
Niña Candela, panal de abejas,

que quiero velas de humo dulce que tenue se dibuje en tus cejas.
Volar contigo sobre las calles, monte Carmelo,

como herrerillos que nunca se han de posar en el suelo
En esta noche de brisa suave de mayo amansa,

la orquesta arranca sonar fanfarria y alegre parla.
Te veo bailando, Candela.

Volando vas prendido el talle,

con la mirada en llamas,

colgada del aspirante
Se alumbra tu faz, revive, lustra, enciende.
El puede pirrar tu noche,

que con cuidados la flor florece.
Niña Candela, frontil de avispas,

que quiero velas de humo dulce que tenue redibuje tus esquinas.
Volar contigo sobre las calles, barrio Carmelo,

de abejarugos que nunca habran de cesar en su vuelo.

 

 

Mi guitarra y vos

son tantas cosas

yo solo preciso dos

mi guitarra

y vos

Inmenso Jorge Drexler.

Más insufrible autobombo

Palabrita del niño Jesús que esto no es humildad fingida, es que de verdad que no lo entiendo.

Me han llamado de otro Colegio Mayor, esta vez de chicas, para que hable de lo que casi siempre hablo, de fotos, de belleza, del paso del tiempo, del anhelo del paraiso, y, bueno, del digital frente a los carretes, y del negocio de la imágen y hacia donde suponemos que va la cosa de la captura de las imágenes y su negocio asociado... temas prosaicos entreverados con asuntos poéticos.

Y digo que no lo entiendo porque no me ha dotado la naturaleza del don de la oratoria. Ni mi voz es engolada. Ni salpico mi charla con chistes, francachelas o gracejos notorios.

Me da la sensación de que lo que pasa es que no han encontrado nadie más.

Haré lo que pueda.

Esta vez sí aviso, por si alguien se quiere pasar con tomates.

Es en el Colegio Mayor Universitario Femenino La Luz, de las Esclavas, que está en la calle Cervantes número 13 de Sevilla. Y es a las 10 de la noche, extrañamente tardía hora.

Ahí estaremos. Yo al menos.

 

ACTUALIZACIÓN:

La tromba de agua que ha caido esta mañana ha inundado el salón de actos del C.M. La Luz, y se ha pospuesto la conferencia. Puede que sea este viernes. Lo pondré por aquí.

Hallazgo

No te busco
porque sé que es imposible
encontrarte así, buscándote.

Dejarte. Te dejaré

como olvidada

y pensando en otras cosas
para no pensar en ti,
pero pensándote a ti
en ellas, disimulada.

Frases simples por los labios:

"Mañana tengo que hacer..."
"Eso sí, mejor sería..."
Distracción. ¡Que fácil todo,

qué sencillo todo ya, tú

olvidada!


Y entonces

de pronto-¿por cuál será
de los puntos cardinales?-
te entregarás, disfrazada

de sorpresa,

con ese traje tejido

de repentes, de improvisos,
puesto para sorprenderme,

que yo mismo te inventé.

...

...

...

Este sencillo poema, casi demasiado corto, es el culpable.

Estaba en una antología de Pedro Salinas que me regaló Lalo, el padre de mi amigo Julio.

Me lo enseñó Julio, y su padre me preguntó si me gustaba.

Le dije que no me podía creer que con palabras tan sencillas, tan cotidianas, se pudiera hacer poesía de tanta altura.

Me regaló el libro -librito, casi opúsculo- que está en la librería de mi dormitorio, un sitio de honor.

Puede que fuera hace treinta años, y desde entonces me han herido otros miles de versos.

Pero ese abrió la vereda.

Le tengo que dar las gracias a Julio, y a su señor padre.

Driver

Cuando en los albores del tiempo yo todavía no tenía bitácora propia solía visitar y picotear en patios ajenos.

Me gustaba.

No tenía el compromiso de decir mis cosas, solo opinaba, solo comentaba, lo que otros proponían.

Y me gustaba.

Hasta que llegó un día concreto en que se me agolparon unas cuantas cosas, unos asuntos en las teclas de mi teclado, y no terminaba de decidir en cual de las hogueras iba a hacer mis señales de humo.

Total, que encendí mi candela.

Y aquí andamos. Al menos yo pasándomelo bien, al menos yo disfrutando de amigos que me visitan, que me enriquecen.

De aquella época, el otro día, guardo el recuerdo de un misterio: ¿quién rayos será ese tal DRIVER? Siempre firmaba unos relatos alucinantes así, con mayúsculas... ATENTAMENTE DRIVER.

Lo leía en lo del Calero, y le envidiaba por eso.

Eran relatos cortos, densos, hermosos.

Hasta que un buen día, apareció por este sitio tan raro que llamamos shakuhashi, cualquiera sabe por qué (por qué apareció y por qué se llamará shakuhashi...?).

Y nos inundó de buena literatura, a pildorazos, a fogonazos, como la lluvia en verano, apasionada pero espaciada.

Y era tan humilde que hasta me pedía de vez en cuando perdón por abusar de mi espacio... como si fuera mío, como si él abusara.

El caso es que andando el tiempo el misterio cobró sólida presencia, y tuve, tuvimos, la oportunidad de conocerlo en persona en Sevilla.

Fue curioso, tanta humanidad de golpe, tanto camionero de bien de súbito, tanta bonhomía de un solo vistazo.

Es algo más que un camionero romántico con los ojos llenos de mar mediterráneo. Mucho más.

Es un lujo.

Es un amigo.

Es DRIVER.

Rube Goldberg

Siempre me ha seducido mirar estas maquinitas de reacción en cadena. En la Expo 92, en el pabellón del futuro me parece, había una gigante llena de bolas de billar que empujaban a otras bolas que a su vez empujaban a otras y acababan montando un buen pollo. Recuerdo que la gente se quedaba horas mirándolo.

Honda hizo un anuncio del Accord que hacen eso con todas sus piezas, elegante y super zen, que es una maravilla:

 

 

 

 

 

Hoy he encontrado este de Guinness, que tiene una producción muy costeada y el resultado es fascinante.


 

Con el tiempo me enteré que a esos maravillosos engendros se les conoce como máquinas de Rube Goldberg, que mirando la Wikipedia se entera uno que fue un señor obsesionado con el tema.

Buscando en el omnipresente YouTube he encontrado una serie genial de ingenios hechos por japoneses, de irritante musiquita pero preciosa factura visual, como por ejemplo éste:

 

 

Solo es un divertimento, pero para mi fascinante.

Quien seguro que se lo pasó bien es el pavo que montó este show con fichas de dominó y con bolas de billar, cuando vió que sí, que entraban todas:

 

Autobombo

En Sevilla hay muchos Colegios Mayores.

Pero hay uno cuyo director es un primo mío, al que tengo un cariño muy especial.

Ya cuando era chico, en Jerez, Luis llamaba la atención por lo buena persona que es. Es un tío excelente.

Y yo pierdo pie con él.

Por eso solo tuvo que pedirme una vez que fuera a dar una charla sobre fotografía a su colegio.

Tengo que decir que ha sido un día precioso. Me han acompañado Enrique y Pepe, por aquello de no verme muy solo cuando me enfrentara a esa caterva de universitarios, que han resultado ser gente educada, porque al menos han aparentado escucharme con un gran interés.

Lo hemos pasado muy bien, especialmente en el turno de preguntas. No suelo ser clasista, pero qué gustazo estar entre universitarios. Qué maravilla.

Y ya está. Un poco de autobombo. Porque es que me encanta que me dejen hablar más de una hora de alguna de las cosas de las que más me seduce hablar: de fotografía, de arte, de belleza, y de mi. Bueno, más que de mi, de mis fotos. 

Y me he despachado a gusto.

Ya

Ya

No ha sido una firma de un tratado trascendental.

Ni siquiera una donación de órganos para salvar vidas.

No he escrutado mis sueños para escribir el poema de mi vida.

Ha sido un pequeño episodio familiar. Y cuando digo familiar incluyo en esa familia a queridos amigos, presentes o no, que me han acompañado en este delicioso trance.

Reconozco que lo he magnificado, pero es que para mi ha sido eso, magno.

Ha sido la oportunidad que mi amigo Calero me ha brindado de cumplir una pequeña promesa hecha a otro amigo, como al desgaire, de pasada, en un ambiente donde ese "algún día" era perfectamente posible, exactamente probable, donde el martillazo de la muerte que se lo llevó no era una variable de la ecuación. Los amigos no se mueren nunca. Dejas de verlos, a lo mejor un año, pero el día que le quieres decir algo lo llamas y ya está.

Y ya está.

Pero es que las variables eras muy indeterminadas con Hilario, que siempre hacía lo que le daba la gana, que cuando le aclaraban si haces eso te vas a quedar agarrado al palo de la brocha él, tranquilamente, respondía ese es mi estado natural.

Y rompiendo todas las lógicas y morigeradas previsiones, se fue.

Pero yo he cantado aquella canción, en público, un público amable, paciente, amigo, entrañable, que me jaleaba y me gritaba y me ha hecho sentir que estaba en el cielo.

Todos mis hijos -todos-, mi mujer, mi gente, estaban allí.

No hemos firmado la paz en el país vasco, ni han desaparecido la armas nucleares del planeta, ni el efecto invernadero ha disminuido, ni han bajado los precios ni nada vital ha mejorado.

Solo fui un poco feliz, y no me encontré solo.

Y fue por algo tan tonto como cantar una canción de Hilario Camacho.

Mi amigo.

...

 

ACTUALIZACIÓN:

A falta de un vídeo más profesional, que grabó el concierto de Calero y sus amigos completo, con muy buena calidad, os pongo abajo el que grabó mi niña Teresa con su cámara. Se le paró a la mitad y siguió como pudo, por eso falta un trozo de canción, que visto -lleno de verguenza- el alto grado de desafino que tengo, no deja de ser una ventaja para vosotros. Los he unido como he podido los dos trozos y esto es, para mi escarnio, lo que dió de sí la noche. Canto mal, pero no me importó. Fui muy feliz.

 

 

La vie en rose

La vie en rose

Que curiosos son los genes.

En Venecia me llamó la atención que no sonara Vivaldi por las calles, ni Benedetto Marcello, y no se lo dije a nadie, pero es una parida que pensé consciente de que en el fondo es eso, una parida. Pero es que lo echaba de menos.

Julia nos ha mandado una postal desde París en blanco y negro, preciosa, y en ella comenta algo parecido: es curioso que uno anda por París y no suenan acordeones ni Edith Piaf canta la vie en rose...

(La foto de arriba no es la postal de la que hablo, ésta es de Julia. Mira que es dificil hacer una foto bonita de un sitio como la torre Eiffel, que la tenemos atornillada en el subconciente.  Me encanta).

La vida en rosa. Como no se francés solo me puedo imaginar de qué va letra. Tampoco hay muchas opciones. La vida en rosa, poco más.

Nunca he estado muy de acuerdo con eso de que una canción no está completa hasta que entiendas la letra. A veces son tan simples, y hasta estúpidas, como en el caso de los Beatles, que es mejor quedarte solo con las armonías vocales y disfrutar de la música pura. Me pasa con la música irlandesa, especialmente cuando cantan en gaélico, claro. Si entiendo regular el español cómo voy a entender el irlandés. Solo se lo que es Mnà na hEireann: Mújeres de Irlanda. Y ya está.

Siguiendo con los genes, me encanta que Teresa haya aprobado el teórico a la primera, con cero fallos. Yo hice lo mismo, pero espero que no se parezca también a mi aparcando,  habilidad que hizo que suspendiera cuatro veces seguidas el práctico.... hace treinta y dos años.

En lo que no se acerca a mi es en que ha sido la mejor de su carrerra. Y su proyecto haya sido selccionado para representar a su Escuela en un concurso nacional.

Julia también fue la mejor de la Facultad de Traducción de Granada. En fin.

Hoy un profesor de Celia le ha pedido que se sentara en su mesa, la del profesor, a mirar unas fotos que éste había hecho en Alemania, para que mi niña le aconsejara cuáles le parecía que merecían la pena, y que cómo las corregiría ella... de hecho gana todos los concursos de fotos a los que se presenta, y también gana el premio a la mejor actriz de una certamen de teatro de todos los institutos de la provincia... certamen en donde Juan ganó el premio al mejor actor. En fin. A esta alturas el nivel de babas me llega a las rodillas.

La manera milagrosa con que Juan maneja el lápiz me recuerda, levemente, a cómo me gustaba con su edad dibujar a mi. Y ahí se acaban los parecidos, en las intenciones. Lo que hace Giovanni en sus folios es algo con lo que yo no podría siquiera soñar.

Y mi Javi acaba de llegar de Madrid, de un viaje de estudios muy peculiar. Está terminando Audiovisuales y ha ido con su clase a ver estudios de grabación, de edición, y a ver la producción de Gran Hermano, esa deleznable droga dura, pero que según me cuenta tiene un nivel de producción altísimo, y de profesionalidad. De hecho consiguen lo que quieren año tras año, y van ocho.

Para asistir a la grabación y poder estudiar desde el backstage el proceso, les han dejado deambular, e incluso si querían se podían sentar entre el público. Y mi Javi, que en cuatro día había dormido seis horas (no he preguntado detalles) pues se quedó dormido, y los capullazos de producción no paraban de enfocarlo... ¡y emitirlo!

El resultado es que ya lo han sacado en Se Lo Que Hicisteis, el Ángel Martín y la Patricia Conde, dos veces, y me imagino que después vendrán los demás programas de zapping. Ese es mi niño... cuajao en un plató de televisión, roncando.

Parece que me dejo a Lino, pero es que en esa criatura, a pesar de que dicen que yo era exactamente como él a su edad, no le encuentro parecido conmigo: toca la guitarra de fábula, carece de pudor y se viste como le da la gana, está en un grupo de rock, está estudiando Filosofía, y encuentra tiempo para estudiar japonés también. Si yo con 18 años hubiera sido la décima parte de responsable de lo que es él (en realidad que cualquiera de los seis), mi vida hubiera tenido otro rumbo. Seguro.

No hay duda... ya que hablo de genes: menos mal que los de Marga acudieron en auxilio de mis niños y salen más a ella.

Excepto en pequeños detalles anecdóticos, se van librando de parecerse a su padre, a su puñetero padre. Menos mal.

...

Mañana por la noche en lo de Calero nos vamos a reunir unos cuantos. Va a faltar gente que me encantaría que viniera, pero está bien, porque así podremos escucharnos mejor, que cuando se cruzan muchas conversaciones se acaban mezclando. Intento consolarme. Lo que sí que me muero de ganas es de conocer a personas que ya me son entrañables, sin saber el color de sus ojos, aun.

Es un hecho que voy a dejar mancillada para siempre la historia del Mítico Café, pero no voy a renunciar, a pesar del miedo escénico, a pesar de ser consciente de que posiblemente sea el peor cantante de la historia de la Humanidad.

Pero no es para triunfar para lo que voy a cantar mañana. Desde luego que no.